viernes, 20 de marzo de 2020

Los diez mandamientos de una novela policiaca según Raymond Chandler (1949)


1º- Tanto la situación como el desenlace deben tener motivaciones creíbles.

2º- Los métodos, tanto del crimen como de la investigación, deben ser técnicamente sólidos.

3º- Los personajes, el escenario y la ambientación deben ser realistas.

4º- Además del elemento de misterio, la historia debe tener cierto valor argumental; es decir, que la investigación en sí misma, tiene que ser una aventura que valga la pena leer.

5º- La sencillez fundamental de la estructura debe ser tal como para admitir una fácil explicación cuando llegue el momento.

6º- Debe desconcertar a un lector razonablemente inteligente.

7º- Una vez revelada, la solución debe parecer inevitable.

8º- La novela policíaca no debe intentar hacerlo todo a la vez. Si es un enigma que funciona en una atmósfera razonablemente tranquila, no puede ser también una aventura violenta o un romance apasionado.

9º- De una manera u otra, y no necesariamente a través de los tribunales de justicia, el criminal debe ser castigado... Si el detective no logra resolver las consecuencias del crimen, la historia deja un cabo suelto que resulta irritante.

10º- Debe ser honesta con el lector.



Unas notas adicionales a este decálogo, que leí hace unos (muchos) años. Lo primero, que gracias a autores como Jim Thompson o Chester Himes, y otros tantos más después, quizás alguno de los puntos haya podido variar. Lo segundo, dada la confusión actual en la que se mezclan novela de intriga (mayormente victoriana), thriller y serie negra, cabe recordar las reflexiones de Raymond Chandler y las críticas feroces contra determinados autores británicos como Agatha Christie o Dorothy L. Salliers, a quien acusaba no sólo de ser una "snob hipócrita" sino, directamente, de escribir historias aburridas. "Los escritores británicos son, sin lugar a dudas, los escritores más aburridos".