Crónicas de Vestuario. –“La cal y la arena”
Tras asistir a una nueva decepción del Real Oviedo
ante el Rayo Majadahonda en el imperial Estadio Wanda Metropolitano al que
acudieron cinco mil fieles azules la conclusión es que algo no funciona. Y, en
este caso, el principal responsable parece ser Juan Antonio Anquela. Sabe uno
de los peligros de personalizar y pedir una dimisión de un entrenador, puesto
que ya he vivido en mi propia carne que eso puede conseguir que se te silencie.
Me ha ocurrido, ya lo sé, con Fernando Hierro y conozco todo lo que,
posteriormente, se desencadenó contra mí. También he de decir que me importa un
bledo, puesto que el tiempo me ha dado la razón, aunque –lamentablemente- haya
perdido una vía de expresión importante. “Otras visiones”, adujeron quienes me
apartaron. De poco sirve el consuelo de saber que tenías razón, que fuiste
honesto y que expresaste lo que mucha gente pensaba y lo que tú creías que era
lo mejor para el equipo. Eso ya es pasado, aunque el presente también esté
teñido de un gris marengo que no le deseo a nadie.
El domingo asistimos a la representación de las
contradicciones del técnico jienense. Pide intensidad y contemplamos al once
más abúlico de lo que llevamos de temporada. Dice que si algo funciona no se
debe cambiar y, tras vencer con solvencia al Albacete, con un cambio de
sistema, vuelve a transformarlo sin que exista una explicación lógica posible.
No para de hablar de que cuenta con la cantera y, como premio al gran partido
de Javi Hernández en la jornada anterior, lo manda al banquillo. Y así
podríamos seguir con un montón de ejemplos que visualizan el desastre total al que
se apuntó el conjunto azul en el grandioso escenario que será la final de la
Champions en esta temporada.
Uno se queda confundido ante el pésimo encuentro de
los azules: cero en intensidad, cero en profundidad, cero en concentración,
cero en garra y cero, también, sí, en orgullo, en un poco de vergüenza para
corresponder al multitudinario desplazamiento a la capital de España. ¿Por qué?
¿Qué está sucediendo? ¿Qué nos estamos perdiendo en las interioridades del
vestuario? ¿Por qué un jugador que se borró desde el primer minuto, aunque se
llame Saúl Berjón, no es sustituido y otro que se dejó el alma como Joselu es
cambiado cuando el equipo necesitaba más que nunca a un hombre-gol?
No dudamos de la capacidad de Juan Antonio Anquela.
Pero sí de su toma de decisiones últimamente, a cada cual peor. En el Wanda
Metropolitano superó lo difícilmente superable. No dudamos tampoco de su
honestidad, pero parece vencido por las circunstancias, sin capacidad de
decisión ni ganas de transformar un rumbo que, a día de hoy, sólo puede decirse
que va a la deriva.
MANOLO D. ABAD