Crónicas de Vestuario. –
“La victoria más deseada”
A
nadie, a ningún aficionado al fútbol, a ninguno de los que forman
parte de todo este deporte-espectáculo se le escapa, lo puede negar,
que un derby (yo lo pongo en inglés, homenaje al equipo que dio
nombre a ello, disculpen la incorrección en español) es algo
especial. Si se produce tras tres lustros donde hubo guerras civiles,
intereses espúreos creados y barro, mucho barro (pero no en los
campos, en las instituciones y demás despachos) la cosa alcanza unas
proporciones que superan la épica. Si, visto lo visto en el campo
–que no barrizal- hay tal aplastante superioridad que sólo quedan
como recurso rabietas infantiles, la dimensión llega a las
proporciones que sólo podrían cantar los Stranglers en “No more
héroes”.
Porque
no se necesitan héroes. Porque la vida y la victoria están ahí.
Sólo contemplar el nuevo estadio, único en el mundo donde los
fondos son este-oeste producto de una especulación lamentable de un
gobierno local que campó a sus anchas durante dos décadas, ya es
añorar nuestra magnífica bombonera de Buenavista donde tanto
disfrutamos. Algunos…, porque tras catorce años –¡una
generación!- hubo demasiada gente que no supo lo que era un derby.
Pero llegó. Sí, sí, llegó. Impresionaba el Nuevo Carlos Tartiere,
pero… ¿se imaginan al viejo?
No
es tiempo de añoranzas. No es tiempo de recordar. No. Es tiempo de
mirar hacia delante. Es tiempo de disfrutar. De disfrutar mucho. De
brindar y de mirar hacia delante. Sólo de estúpidos y de
interesados es tratar de sacar partido de esto o de aquello. Vivamos
el momento. Aunque ese mismo momento nos obligue a pensar en el
Cádiz. En el próximo sábado.
Regresemos
al partido. ¡Menudo partido! Un equipo contra once jugadores. Un
bloque contra una colección de jugadores. Desde el primer minuto, el
Real Oviedo tuvo el mando del juego, de tal forma que hasta el minuto
21 no llegó el primer remate del eterno rival. Tras una jugada de
billar, tres rebotes, llegó el gol del exjugador azul reenganchado
en el mercado de invierno Jony. En ese momento, pensé: “esto lo
vamos a remontar”. Porque este conjunto azul posee fuerza –se la
transmite su entrenador-, porque tiene fe, porque creer en uno mismo
y ganar.
Y
llegó el gol. Y hubo oportunidades antes. No vamos a hablar del
penalti a Carlos Hernández antes del 0-1, porque de los mediocres es
poner excusas, de los zafios es negar la mayor. La elegancia no son
unos trapitos: la elegancia es reconocer la derrota, la elegancia es
ser educado, no mentir sino ser consecuente con los hechos.
Otro
gol. El de la jornada. Mossa, Mossa, Mossa, buen momento para que
digamos: ¡Mossa! Y un repaso bestial en la segunda parte. No vamos a
profundizar a nivel táctico, pero la propuesta a uno y otro lado era
abismal. El Sporting ha sido el peor equipo que ha visitado el
Tartiere en esta temporada, sin lugar a ninguna duda. Tácticamente,
inexistente. A nivel de intensidad, cero. No hubo mayor herida quizás
porque la propia emoción de un derby los libró de ser masacrados.
Y
la “haka”. ¡Me encanta la haka, joder! ¡Hay que celebrar,
mucho! A los mediocres y llorones, a esos que parecen un baboso José
Sacristán de una película de José Luis Garci, a los que sacaron
partido de los días tristes, a los estraperlistas –los que hemos
estudiado historia sabemos cuántos agentes dobles hubo en la Guerra
Civil española, cómo no en la del Real Oviedo-, y a los
tuercebotas, juntaletras y destajistas, a esos, mejor los olviden.
Disfrutemos de la grandeza, no de los mediocres.
Mi
corolario serían las palabras del patrón Arturo Elías: “Unidad,
humidad y trabajo (duro)”. Casi parecen dichas por Juan Antonio
Anquela. ¿O fue el jienense quien lo dijo antes?
La
liga no da descanso y el sábado hay otra prueba, que casi no sabría
cómo denominar porque este tránsito no deja descanso. Aunque uno
tiene la sensación de que este gran grupo está preparado para todo.
MANOLO
D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS