Crónicas de Vestuario. -
“En
la montaña rusa”
Una nueva prueba de líder superada, pero diferente. El conjunto azul
había sido incapaz de vencer al Lugo, que se había convertido en
una de esas bestias negras que tanto abruman el corazón de los
oviedistas, y quizás por eso -además de tratarse de uno de los
mejores conjuntos de la categoría- la victoria tiene gran valor. Eso
y el romper una racha negativa que había acrecentado las dudas entre
jugadores, cuerpo técnico y afición.
No fue, sin embargo, un camino de rosas sino un magma de emociones
contrapuestas que se manifestaron en dos partes completamente
distintas. En el primer acto, fue el Lugo quien mandó en el
encuentro, con el gol de Cristian Herrera en el minuto 11-nuevamente,
a la primera tentativa entre los tres palos- y otras dos ocasiones
más, que pudieron haber decantado la balanza del lado de los
gallegos. El Real Oviedo volvía a ser el mismo caos de las últimas
jornadas: incapaz de hilvanar tres pases seguidos, las líneas muy
separadas, sin conexiones por las bandas, nervioso, impreciso y muy
frágil en defensa. El Lugo se había aplicado a defender sin
problemas las miserables llegadas de los azules y en contragolpear
con sentido usando las autovías de las bandas donde jugadores como
Fydriszewski, Seoane, Campillo o Fede Vico campaban a sus anchas.
Sólo en el tramo final Diegui Johannesson y Aarón Ñíguez trataron
de asociarse en profundidad, raquítico balance para derrotar a un
líder asentado y seguro de sí mismo.
No sabemos qué sucedió en el vestuario, el caso es que el once de
Anquela salió transformado. A ello ayudó -evidentemente- el
adelantar a los dos estiletes de las bandas azules -Diegui
Johannesson y Mossa- que comenzaron a a conectar con Saúl Berjón y
Aarón Ñíguez y a desdoblarse por las alas como no habíamos
disfrutado aún desde que el entrenador jienense se hizo cargo del
equipo. Con eso, se mantuvo muy ocupados a los extremos lucenses que
se tuvieron que aplicar más en labores defensivas. Con tres
centrales -y Forlín en plan estelar en contraposición a un
desafortunado Carlos Hernández- el equipo se lanzó a una ofensiva
total que dio sus frutos. Primero, en un inocente penalty de Ignasi
Miquel sobre Ñíguez que transformó con elegancia Saúl Berjón.
Segundo, en un saque de esquina botado en corto hacia Aarón que
permitió a Linares ganar la cartera a la defensa y anotar de preciso
remate de cabeza, su primer gol en la competición. Bueno es que el
delantero aragonés -siempre discutido por un sector de la grada-
rompa su mala racha. Se le va a necesitar mucho en las próximas
semanas. Que a su infatigable brega una el acierto anotador es otra
de las buenas noticias que deja el encuentro.
La historia parecía empeñada en repetirse y la réplica del rival
tras el gol volvió a suceder. Y ya son demasiadas veces en esta
campaña. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, los de
Anquela no se hundieron ni perdieron la fe. Impulsados por su
afición, redoblaron sus esfuerzos. Creyeron en sí mismos y en su
juego, en tratar de abrir las bandas, con un Mariga que pareció
despertar, mandando como no lo había hecho en todo el tiempo
anterior sobre la parte central del campo. Los gallegos se echaron
atrás y el gol de la victoria llegó tras una combinación entre
Saúl Berjón, Mossa y Aaron Ñíguez, que la finalizó con
brillantez. Hubo la posibilidad de culminar algún contraataque en el
tramo final, con el Lugo volcado sobre la meta de Juan Carlos hasta
que el árbitro Sagués Oscoz -entregando un minutito de regalo a los
líderes- dio paso a la explosión de alegría.
Un triunfo que debe servir para la reflexión y la confianza.
Reflexión sobre a qué debe jugar el once azul, que había
prescindido en demasía de las opciones de sus magníficos laterales
Diegui Johannesson y Mossa, además de para la confianza necesaria
para abordar los dos próximos partidos fuera de casa,
trascendentales para afrontar los dos tercios de Liga que quedan por
delante en el grupo de cabeza, que comienza a marcar una pequeña
fractura de puntos respecto al vagón de cola. Fundamental no
descolgarse de ese pelotón y básico vencer cuanto antes en un
choque lejos del Tartiere.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS