Crónicas de Vestuario. -
“En
reconstrucción”
Tras
unos días de desconexión vacacional regresamos a comentar los
partidos de un Real Oviedo que vive en un permanente descubrimiento
de sí mismo. Tras el ridículo ante el Valladolid -que tuve la
suerte de perderme- llegó una nueva resurrección frente al
Numancia. Parece difícil escapar a esta dinámica en una montaña
rusa que se repite una y otra vez a lo largo de esta travesía que ya
ha superado su primer tercio de competición.
El
primer cambio -muy significativo- se produjo en la portería: Alfonso
Herrero sustituía a un Juan Carlos cada vez más cuestionado, cada
vez más nervioso. Cuando se dan circunstancias que afectan al
rendimiento en un puesto crucial como el de guardameta hay que buscar
soluciones. La encontró Anquela haciendo debutar al toledano, que se
mostró seguro durante todo el encuentro si exceptuamos el error en
el tanto de los sorianos donde salió tarde a cubrir el remate de
cabeza de Higinio. Esperemos que pueda asentarse por el bien de un
cuadro azul que es de los que más encajan en la categoría.
La
segunda transformación se produjo en el arranque del choque, más
bien en la magnífica primera media hora que firmó todo el once azul
y que, es más que posible, esté relacionada con el esquema de
juego, del que tanto se habla. Los tres centrales -Carlos Hernández,
Forlín, Christian Fernández- otorgan empaque a la defensa y
permiten que los dos estiletes en los carriles -Mossa y Diegui
Johannesson- actúen tanto como amenaza para que el rival no se
despliegue alegremente (como sucedió en el primer acto ante el
Lugo), como refuerzo de la profundidad en las alas ofensivas al
asociarse con Saúl Berjón y Aarón Ñíguez.
Tras
treinta minutos para enmarcar, llegó el empate de los de Jagoba
Arrasate y, con él, regresaron las dudas, algo que se acentuó con
la lesión de Aarón Ñíguez. Tiempo para meditar y reconstruirse,
una vez más.
El
equipo de Anquela salió con fe y convicción, avivado por un
sorprendente Yeboah -sustituto de Aarón- que aparecía por todas
partes, ofreciéndose, asociándose, luchando como hasta ahora no se
le había visto. Y encontró la compañía perfecta en la lucha de
todos, la clase de un Saúl Berjón enchufado y con Mossa y Diegui
percutiendo por la banda con peligro y profundidad. En una de esas
jugadas llegó un gran remate de Johannesson -bueno es que lancen a
puerta también los carrileros- que, tras pegar en el larguero
provocó la carambola y el gol en propia meta de Dani Calvo al tratar
de devolver de cabeza el balón a su portero. El choque se cerró con
el tanto de un Miguel Linares que ha roto su racha goleadora con
brillantez y ha obtenido los frutos en forma de tantos a esa
incansable brega suya que debería convencer hasta a esos escépticos
que tantas y tantas veces lo han puesto en cuestión.
En
definitiva, una victoria para creer en las propias posibilidades,
para engancharse al grupo cabecero ahora que parece que comienzan a
establecerse unas muy tenues distancias y para pensar en positivo a
pesar de tantas adversidades -en forma de desgraciadas lesiones- como
ha atravesado el equipo en este primer tercio de Liga. Mantenerse,
resistir en ese grupo cabecero, recuperar jugadores clave y resurgir
de las propias cenizas, algo en lo que la institución azul es
experta. Larga es la travesía, así que paciencia y confianza en las
propias fuerzas.
MANOLO
D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS