Crónicas de Vestuario. –
“Vía
Crucis al play-off (1ª Parte)”
Encaraba el Real Oviedo la primera de sus cuatro
finales a la busca del play-off de ascenso con los peores síntomas. Olvidada ya
cualquier posibilidad de acceder como primero, sólo le queda al cuadro azul
agarrarse a un nuevo clavo ardiendo, una ruleta rusa a cuatro partidos en el
que no hay margen para el error: o todo, o nada.
Se palpaba la tensión en los prolegómenos del
encuentro. ¡Qué diferencia con lo vivido sólo un par de días antes en el
Auditorio Príncipe Felipe para ver la retransmisión televisiva del Oviedo
Baloncesto! El viernes gocé, junto a otro gran aficionado al básket y seguidor
del OCB como David Rodríguez, de un ambiente festivo, con un público
heterogéneo, de todas las edades, que vibró con la entrega de los suyos. Los de
Guillermo Arenas se sobrepusieron a un arbitraje en contra y a una mala tarde
en el tiro exterior, a base de mucho coraje, de fe en sus propias
posibilidades, las que han convertido al equipo con el menor presupuesto de la
LEB Oro en un conjunto con posibilidad de optar a la ACB. Se preguntarán el
porqué de este inciso con el deporte de la canasta. Es evidente: porque son un
ejemplo a seguir por un once que nunca ha creído en sus opciones, que se ha
dejado ir demasiadas veces en esta Liga y que, ahora, ha de jugarse su objetivo
a un órdago mortal en el que ni tan siquiera, a día de hoy, depende de sí
mismo.
Pero, como esos estudiantes que fían a su clase (y
su memoria) todo a una última carta desesperada, casi suicida, llegan los
oviedistas y nos brindan la primera goleada en casa de la temporada, la misma
que -lo hemos resaltado a lo largo de toda la campaña- necesitaba esta
plantilla para afianzarse, para creer en sí misma y sacar adelante el gran
sueño del ascenso. Con un Susaeta imperial y el necesario, imprescindible, Jon
Erice, el equipo se sintió más cómodo y sentó las bases en la primera parte
para creer, para creérselo. El repertorio, variado: primero una falta, después
un gran latigazo del futbolista eibarrés y a soltarse y disfrutar en el segundo
tiempo. No faltó, eso sí, uno de esos despistes defensivos que tanto penalizan
en esta categoría, pero ya no importó. 5 a 1 al final, uno de esos resultados
que tanto se han resistido en esta temporada y tanto se necesitaban. Sólo
quedaba vivir el momento dulce de este Domingo de Ramos y alzar las palmas en
espera de un camino de tres jornadas más para optar a la fase donde el premio
no es otro que la resurrección.
Sólo me queda evocar el corolario del hermoso
artículo que públicó ayer domingo mi querido Xuan Bello en este mismo diario:
“vive y nada esperes del mañana”. Agárrense a esto, vivan, jueguen, luchen y
ganen y, sea cual sea el resultado en la próxima final ante el Rácing de
Ferrol, no regresen jamás al “modo zombi”. Vivan, jueguen y, sobre todo, ganen.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 14 de abril de 2014