Crónicas de Vestuario. –
“El
fin de la agonía”
Es el partido que nadie en el Real Oviedo quiere.
Enfrentarse al equipo “b” de tu eterno rival es una de las mayores
humillaciones que han de padecer todos en la entidad azul en este largo penar
de esta última desgraciada década. Mucho que perder y casi nada que ganar (que
no sean los tres puntos, claro). Al revés, para los chavales del filial
rojiblanco es la oportunidad única de destacar, de hurgar en esta herida que no
termina de cerrarse, que sigue manando desde cada uno de los corazones azules.
Este 1-4 es el fin de una agonía en una temporada decepcionante, para olvidar y
que ni tan siquiera permite tener esa bola extra de alcanzar unos play-offs
casi imposibles.
Los errores penalizan profundamente en esta
categoría y hoy Javi Hernández –una de las mayores decepciones de esta
plantilla- se ha marcado varios que han sido aprovechados con contundencia por
los rojiblancos. Y eso que vimos un equipo azul que lo intentó por banda en la
primera parte con un Sergio Rodríguez muy incisivo que llevó mucho peligro en
la izquierda. Sin embargo, el recuerdo que nos pesa es el de una de las
derrotas que más daño pueden hacer a cualquier aficionado azul. Una aciaga
segunda parte en la que se tiró por la borda la última esperanza de engancharse
a la fase de ascenso.
La historia de la temporada 2013-2014 es la de una
permanente agonía, la de una enorme decepción con un equipo que había generado
unas expectativas que muy pocas veces se han cumplido y que, al final, acaban
con un descomunal fracaso, el de ni tan siquiera llegar a la opción del
ascenso. Las dudas constantes, la incapacidad para armar un conjunto sólido, la
endeblez defensiva y la inseguridad en los partidos ante su propio público han
sido algunas de las características que han llevado a este tremendo desenlace.
Cuando las expectativas son tan grandes, la decepción aún es mayor.
Y, otra vez, de nuevo, a encajar el golpe, a
rearmarse, a pensar en el futuro, el único asidero que hoy nos queda. Pensar en
el mañana, en planificar desde ya una nueva temporada, conseguir que el próximo
Real Oviedo sea un equipo compacto, sólido, adecuado a lo que pide una
categoría muy peculiar y a la que, lo hemos podido comprobar, muchos jugadores
no han logrado adaptarse. Tiempo de mantener la cabeza fría, aunque el corazón
duela como pocas veces, ahora que la esperanza –esa que tantas veces nos mantiene
a flote- ya ha desaparecido, al menos para esta lamentable temporada.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 28 de abril de 2014