Vetusta Blues. -
“Bibliotecas”
Desde pequeño tuve la suerte de acceder en mi casa a una amplia biblioteca a la que mis padres nunca pusieron restricciones. Recuerdo los libros de la colección Austral que mi madre fue adquiriendo durante décadas, de la muy especial colección RTV de la editorial Salvat, de la que aún me descubro recuperando volúmenes como los cuentos del gran Ignacio Aldecoa. Y de ahí a la biblioteca del Fontán, la Biblioteca Pérez de Ayala, donde tantas horas pasé eludiendo clases de la Universidad mientras me empapaba de la serie negra de la colección Júcar o los muchos títulos de la editorial Versal. Horas y horas entre libros, entre papel, ahora que muchos auguran su desaparición ante la llegada pujante del libro electrónico, con ese perfil algo prepotente del recién llegado que se cree mejor y más listo.
Se cumplen veinticinco años de la inauguración de la primera de las bibliotecas dependientes del Ayuntamiento de Oviedo, la Sala de Lectura y Biblioteca Infantil Lorenzo Rodríguez Castellano. Desde entonces, se fue constituyendo una red que tuvo algún indeseado momento crítico, como cuando en 2008 se produjo el cierre de la Biblioteca de Trubia, del que aún recuerdo las emotivas movilizaciones en las que participamos. Sobreviven aún varias y esta efeméride nos debe servir de recuerdo de su crucial papel en toda ciudad que se pretenda culta.
La labor de los bibliotecarios se ha diversificado con los tiempos y con actividades esenciales como los clubs de lectura. Debo reconocer mis iniciales recelos hacia ellos que se borraron una tarde del mes de enero de 2011 cuando acudí a presentar a mi amigo y colaborador de este periódico, el escritor Ignacio del Valle, a un encuentro del club de lectura de la Biblioteca Pérez de Ayala. Allí pude comprobar el interés de los participantes, su afición y su cordialidad, que me entusiasmaron. Otro amigo escritor, Marcelo García, ya me había contado maravillas de un encuentro que había mantenido en la biblioteca municipal de Pumarín a instancias de su responsable, Chelo Veiga. Magníficas ocasiones para salir de nuestros cubículos a airearnos en el siempre fructífero contacto con unos lectores interesados que, muchas veces, descubren rincones de tu obra desconocidos o sorprendentes.
Veinticinco años de una red municipal que reúne a una docena de bibliotecas y centros de lectura en Oviedo que debe mimarse en una ciudad tan literaria y que rezuma interés por las letras, además de contar con una más que interesante nómina de escritores. Un bien a salvaguardar en estos tiempos dominados por el imperio de la telebasura y de la corrupción.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 21 de diciembre de 2013