Crónicas de Vestuario.-
“DE
LOS BUENOS PRINCIPIOS”
Es conocido universalmente el dicho que reza sobre
el rechazo de los gitanos a los niños con buenos principios. Pero estamos en la
Segunda División B y el planteamiento es totalmente distinto, máxime cuando en
la temporada pasada hubo un equipo como el Tenerife que marcó el ejemplo a
seguir. Un arranque tan bestial que cumplió cuatro jornadas con sendas
victorias y señaló una diferencia entre ellos y el resto que ya fue imposible
de seguir. Más allá de los fríos números, de una estadística impecable que
llevó a los chicharreros a situarse en una posición de privilegio que ya no
abandonarían en toda la liga, el ejemplo del Tenerife es el que está en la
mente del entrenador azul Carlos Granero y su inseparable Carmelo del Pozo.
Recién aterrizado en la ciudad, el binomio Granero-
Del Pozo compareció ante la tertulia mensual que tan bien organiza Miguel Sanz
y nos enseñó mucho de lo que en estos meses ha ocurrido. Los allí presentes nos
hicimos una idea de un planteamiento nítido, claro, sobre qué era lo que en ese
momento existía en la plantilla azul y qué lo que pretendían de cara a un
futuro si había posibilidad de que siguieran en una nueva temporada. Ese día
nos hablaron del Tenerife, pero no de los números fríos que les he recordado,
sino de un grupo humano sobre el cual Del Pozo marcó unas características que
se han repetido en todos los fichajes que han llegado al equipo azul en esta
nueva temporada. El Tenerife se había nutrido de un grupo de jugadores
procedentes de la división anterior, pero con “hambre”, con ganas de triunfar
en una categoría inferior conscientes de que hay que luchar, que el historial,
el currículum, sirve de poco en una categoría que exige mucho más de lo que se
daba hace algunos años. De nada sirven el nombre o tu pasado glorioso ante la
realidad de unos partidos donde cualquiera se parte el alma por un balón. No
eludieron las preguntas aquella noche y nos mostraron un camino que han seguido
en estos meses: jugadores de categoría superior, jóvenes (aquí se diferenciaban
de los veteranos que el Tenerife había fichado), con ganas de fajarse y de
luchar, sin complejos, conscientes de una división en la que nadie regala nada
y que, en la engañosa visión de quien se crea que aquí la gente viene de
vuelta, todo es fácil, un principio contundente como el que trazó el Tenerife
con cuatro victorias consecutivas en su arranque, es la línea a seguir. Una
reestructuración donde se buscaba el equilibrio entre todas las líneas, a
diferencia de lo que se habían encontrado, ahora lo podemos contar: un cuadro
muy descompensado. Trabajar sobre aquella plantilla, efectuar una reforma profunda
y a conciencia, y crear un plantel totalmente distinto fue una tarea complicada
y sólo queda creer en que el planteamiento de un fútbol creativo, con
agresividad por las bandas, ha de cuajar en una división marcada por los grupos
físicos, defensivos y con una creatividad limitada. Este empate, decepcionante,
no ha de anular la ilusión, porque el Noja es un equipo correoso en la línea de
mucho de lo que se van a encontrar los azules, con una pizca de clase (Xavi
Moré) en la punta, uno de esos “tapados” en una categoría donde la
improvisación sigue aún presente en el vergonzoso “equipo 20”.
No ha podido ser, pero esto es sólo el comienzo. Hay
una idea, un entrenador que no se muestra como un cartujo, sino que asume una
propuesta valiente y que sabe transmitir tanto a sus jugadores, como a los
medios, como a la propia afición, qué es lo que se quiere. Eso es una de las
líneas maestras sobre las que se construye un proyecto ganador. En el debe, dos
goles encajados cuando se poseía un gran botín, ajustes sobre los que habrá que
estar muy atentos sobre el objetivo de un arranque que aún es posible de
materializar. Optimismo sin euforia y con esa ilusión y esperanza que siempre
han alimentado el sentimiento azul. Es tan sólo un principio. Veremos.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" del domingo 1 de septiembre de 2013