Me he enterado de las bodas de plata de la revista "Ruta 66" este fin de semana. Monumental despiste el mío, sea dicho. El trabajo y los diversos acontecimientos que jalonarán este mes de noviembre (las pasadas -con nota- 10as Jornadas Literarias de Pravia, la próxima presentación del libro "Simpatía por el relato", el Festival de Cine de Gijón...) me consumen y, casi, provocan que me salte la celebración. Una celebración agridulce, puesto que, desde hace dos años y pico, ya no colaboro en esta revista en la que empecé a publicar en junio de 1987. Veintiún años escribiendo me convierten en uno de los colaboradores más antiguos de esta publicación (creo que el más antiguo) que no he comprado desde que decidiera dejarla en marzo de 2008. Miento: sólo la he adquirido una vez en todo este tiempo antes de hacerme con este número conmemorativo de los veinticinco años en los quioscos. Salía publicada una reseña de Ignacio Julià de mi libro de relatos "Vasos sucios en la madrugada" (que, unos meses antes, le había enviado). Me decepcionó tanto su comentario que decidí dejarlo estar. No porque fuera una crítica negativa sino porque no era una opinión sobre el libro que, buena o mala, era lo que deseaba. Mencionaba más algunas anécdotas personales que no venían al caso y, al final, acababa con la esperanza de que volviera al redil rutero, superado el "malentendido" que me había llevado a abandonar el sendero de la "Ruta 66".
En todos estos meses transcurridos desde que dejé esta revista que ahora cumple veinticinco años (a todo esto: ¡¡¡muchas felicidades!!!), son much@s los que me han preguntado sobre mi marcha. Dos fueron las razones: en primer lugar, al intentar cobrar los dos años que se me debían de colaboraciones, se me explicó una situación económica grave que desconocía. Esta situación desesperada les había llevado a asociarse con Jorge Ortega, que procedía de la revista "Popular 1" y que promulgaba un giro más profesional en la gestión del magazine. Me pareció estupendo que se produjese este cambio profesional, pero no a costa de los ingresos que se me debían. Algo que no me parecía muy profesional que digamos. Máxime cuando, entonces, carecía de trabajo estable y esos ingresos me ayudaban a salir a flote. Sin contar el tiempo y el trabajo que llevaban las colaboraciones. En segundo y decisivo lugar, fue la actitud de Jorge Ortega, el recién llegado socio. Le ofrecí una serie de entrevistas y un resumen del Festival de Cine de Gijón. No obtuve confirmación escrita, vía email y, cuando por fin me interesé por dicha confirmación vía telefónica -la mía, no la suya- descubrí que las entrevistas gestionadas ya habían sido hechas por otra persona. Se había pasado el tiempo de escribir el resumen de conciertos del festival de cine, entretanto. Me disgustó esta forma de actuar. Ortega aseguraba que se había puesto en contacto conmigo, pero ¡ay! en estos tiempos los rastros en los teléfonos móviles y los correos electrónicos no dejan lugar a dudas. ¿No les interesaba que estuviera? ¿El hecho de que me debieran dos años forzaba la búsqueda de un puteo hacia mi persona que me acabase por cansar y que lo acabara por dejar? No lo sé. Ya ni siquiera importa nada. Escribí una carta a los, todavía, dos directores de la revista (Jaime Gonzalo e Ignacio Julià) explicándoles los motivos de mi renuncia a continuar y, con gran dolor de mi corazón, a otra cosa que me permitiera sobrevivir y no hacerme perder mi valioso tiempo.
He comprado el nuevo número y contemplo, atónito, que mi único rastro es el de una reseña de un concierto de The Undershakers, muy polémico en su día. No me parece muy representativo de mi trabajo en "Ruta 66" cuando en veintiún años de senda he publicado artículos en profundidad sobre las carreras de grupos como Morphine, The Damned, The Stranglers, The Jam, The Sound, The Blue Nile, Ilegales, Echo & The Bunnymen, Derribos Arias, The Dream Syndicate o Nick Cave & The Bad Seeds (¡mi única portada!); entrevistas con, entre otros muchos, Dum Dum Boys, Ilegales, Australian Blonde, Las Ruedas, Programme, Corcobado o Manta Ray; artículos sobre cineastas como los hermanos Kaurismäki o el polar, el cine negro francés... Pero, ya sabemos, lo caprichoso que puede ser el destino. No me he reconocido en esas páginas, algo lógico ahora que el tiempo comienza a distanciarme de esas páginas que tanto me enseñaron y con las que tanto disfruté.
Ignacio Julià y Jaime Gonzalo han dejado la dirección de "Ruta 66" para ser sustituidos por Koko (Alfred Crespo) y el mencionado Jorge Ortega. Con Ignacio sigo cruzando correos electrónicos, en los que me envía algunos de sus artículos -brillantes- en "El País". Jaime cortó el contacto y no contestó ninguno de mis correos, aún no sé por qué. La ruta 66 ya no viaja por mi vida, aunque sigo estando en la brecha musical. Supongo que esto me hace sentirme bien, a mí que nunca me vanaglorié de escribir en una revista tan maravillosa, que no me comporté con la prepotencia con la que otros críticos (y no me refiero a nadie de Ruta, quede claro) acostumbran a vestir y que, ahora, por fin respira a fin de mes sin esperar que le llegue el ingreso por sus trabajos legítimamente ganado.
¡Felicidades "Ruta 66"! ¡Feliz cumpleaños! ¡Que os vaya bonito, de corazón lo digo!
MANOLO D. ABAD