martes, 2 de abril de 2013

Entrevista con Jess Franco (I)

Esta es la primera parte de la entrevista que realicé a Jesús Franco en noviembre de 2002 y que se publicó en la revista "Ruta 66" en el número 191 de febrero de 2003.




JESS FRANCO “UN CINEASTA MALDITO SE CONFIESA”

21:15 horas, Hotel Begoña, Gijón. Llevamos más de dos horas esperando a Jesús Franco y Lina Romay cuando los dos flanquean el hall del establecimiento gijonés con visibles muestras de cabreo. Les han tenido un montón de tiempo esperando en Radio Nacional para hacerles tres preguntas “estúpidas”, en palabras del propio Jess, y ni siquiera se han dignado a presentar a su compañera desde hace décadas. El veterano director ha venido a presentar en el 40º Festival de Cine de Gijón su obra más reciente “Killer Barbies contra Drácula”. Nos piden disculpas por el retraso y comenzamos.

-¿Te sorprende este reconocimiento tardío que te ha llegado en los últimos años?
¿Qué reconocimiento?
-Ahora se organizan retrospectivas sobre tu obra, se valora más tu filmografía, se te realizan homenajes, gente como Robert Rodríguez o Quentin Tarantino te veneran (N. del A.: le dedicaron el guión de “Abierto hasta el amanecer”). Durante muchos años recibiste unos palos impresionantes.
Yo no sé qué es peor, que te den palos o no. Te quiero decir que pasa una cosa: sé que soy un director de esos que llaman ahora de culto, que a mí me gusta mucho porque hace muy fino, pero que quiere decir minoritario. Soy un director minoritario porque además no me interesa ser mayoritario, he tenido posibilidades de serlo y siempre me he negado, porque lo que quiero hacer es el cine que me sale de los cojones. En cuanto te implicas en la gran producción y en todo eso, ya eres un esclavo del productor de turno y te anulan tu personalidad, te anulan lo que tú tienes que decir y te conviertes en un empleado. Yo no quiero ser empleado de nadie y no lo he querido nunca. Por eso me ha sido muy difícil llegar a que haya un grupo, si bien reducido, de gente que le guste mi cine y que se interese por él. Interés que ha salido, como es lógico, de fuera de España, nunca en España. En España colea un  poquito ahora, pero la primera gente que se interesó por mi cine fueron los alemanes, los americanos y los franceses. Y, entonces, ah, ah, ah, aquel hombre… con más de diez años de retraso hablaban de algunas películas mías de diez años antes. Lo que les jodió a los del estamento oficial en España es que, de repente, la cinemateca francesa me hizo un homenaje de la hostia, pasaron veinticinco películas mías, tuve que ir allí, me hicieron un homenaje de esos que casi parecía que me fueran a dar la Legión de Honor… Se ve que en España los regañaron, les dijeron “coño, chicos, daos cuenta que aquí hay un tío que llega y, siendo un director de género, un director B, le pasa esto en la gran sala de la cinemateca francesa”. Eso marca, en París…

-Pero si te comparamos a otros directores de género como Antonio Isasi, que sí tuvieron un reconocimiento comercial, tú empezaste con “Tenemos 18 años”, una película rara, comenzaron tus problemas con la censura… Mucha gente que practicó la serie B en España tuvo cierto reconocimiento comercial y crítico, mientras que a ti lo único que te ocurrió fue que te masacraran las películas…
Sí, joderme la vida, porque yo era yo. Conmigo hicieron una cosa muy maligna…
-Colgarte el cartel de gran promesa y luego cortarte y joderte.
Ahí está. Es decirte: “Por favor, presenta un proyecto y ya verás”. ¡Ya verás cómo me han ido jodiendo! Hasta que ya, un día, dije adiós y me piré y empecé a hacer cine fuera de España.
-Es más perverso, ¿no? Jugar con esa ilusión primeriza, la del que está empezando…
Tengo ahora mismo más ilusión que cuando tenía veinticinco años. Además, me decían, cuando yo me topaba con aquellos hijos de puta “hombre, el hijo pródigo, ¡qué bien que estás aquí! ¿tienes algún proyecto? Preséntalo, ya verás”. Me harté, me fui y Francia me ofreció el poder seguir haciendo cine y hacerlo allí, cine B, pero quienes me dieron la oportunidad de hacer una película mía que funcionó internacionalmente bien a todos los niveles, fueron los alemanes.
-Y ahí empiezan a cortarte aún más las películas en España…
“Vampiros Lesbos” dura veinticinco minutos menos que la versión original…


-“99 Mujeres” también está masacrada hasta el punto de ser ininteligible…
En España eran cuarenta y tantos minutos. Es entonces cuando se crea la leyenda de que hago porno duro. ¡Mentira podrida! Esas películas son unas películas que estaban consideradas, en aquellos tiempos, por la censura americana como de adultos pero no X.
-A Fritz Lang le gustó “Necronomicon”.
Salimos del estreno en el Festival de Berlín, había mucho movimiento, a la gente le había gustado mucho y, de repente, vi a un viejo maravilloso que me decía “¡qué bien! ¡me ha gustado mucho! Lo único que no entiendo es por qué esta película está hablada en alemán, debía estar hablada en español, es más pasional. Mire, si quiere hablamos de ello luego”. Y medio una tarjeta y, claro, yo, en medio de aquello, ni tarjeta ni hostias… Cuando llegué al hotel me acordé que un señor me había dado una tarjeta, un santo que me decía que le había gustado mucho, miré ¡y era Fritz Lang! Le llamé inmediatamente: “¿No se ha acostado usted?” Y me dice que no, le conté que era Jess Franco y me dice “¡Hombre, qué alegría! Si quiere desayunamos juntos mañana y hablamos de la película”. Me explicó que a él no le gustaban nada las películas eróticas y que ésta había ido a verla porque su amigo y, además, ayudante de dirección suyo, Howard Vernon, trabajaba en ella. Él fue para ver a Howard, pero luego le emocionó la película, le había parecido cojonuda. Estuvo contándome unas cosas que me dejó como nuevo. Recuperé toda la moral que hubiera podido perder en los últimos cinco años. Me han pasado algunas cosas de éstas, no muchas, pero son de esas que… Hay hombres que cuando se follan a una mujer maravillosa, necesitan contarlo para hacerse un prestigio y, otros, que son las que se las tiran de verdad, que quieren quedárselo para ellos, la procesión va por dentro, no tienen por qué contarlo. Bueno, pues a mí, cuando me he encontrado a estos maravillosos así, lo que me ha pasado ha sido eso, que yo no tenía que contar nada ni presumir de nada, porque además tenía miedo. Con el odio que me tenía el estamento oficial, si empiezo a presumir de que en el Festival de Berlín no sé qué, me joden la vida ya del todo.

-La envidia, el pecado capital español…
Tú sabes que cuando pasaron “Necronomicon” en Berlín, al regresar, ya sabía que les iba a joder de una manera monstruosa, porque allí estaba la delegación española y eso, intentando meter baza, y los alemanes no les hacían ni puto caso. Entonces, cuando presentaron “Necronomicon” y dijeron “Deutschland site”, pum, un foco en el palco donde estaba yo con el productor, con Adrian Hoven y Janine Reynaud, la ovación y eso, me dije “¡joder, me van a crucificar!”. ¡Pues intentaron crucificarme! Porque esta película que quise hacer en coproducción con España y que estaba planteada para que fuera hispanoalemana, la censura española lo prohibió, la hice alemana sólo. Me fui a Berlín desesperado al coproductor: “Mire, no puedo hacer la película porque me falta el dinero”. Y él ya lo sabía, sonreía. Me dijo: “Ya está, la hacemos nosotros, ¡que les den por el culo!”. Y la hicimos. Lo que yo tenía pensado rodar en España, lo rodé en Lisboa, en Belem, en el Barrio Alto… Cuando llegué a España ya tenía dos denuncias de que yo había rodado la película en España, con escenas pornográficas, y yo me enfadé en serio. En este sentido, he sido toda mi vida como un John Wayne, les dije: “¡Vamos a coger la película a ver si hay un puto plano que yo haya estado rodando en España!”. Estaba rodada en Berlín y Lisboa. No han dicho que hay unos castillos castellanos… ¡¡¡La Torre de Belem, brutos gilipollas de mierda!!!

-Últimamente, en el cine español estamos viendo a gente novel que está reivindicando el poder hacer películas de serie b con autoría, sin necesidad de ningún tipo de excusas…
¡Qué excusas, qué excusas! Te voy a decir una cosa: ese buscarse excusas viene de que en el Festival de Cannes, todos los años hay unos doctos, unos sabios maravillosos, que siempre acaban eligiendo las diez mejores películas de la historia del cine, que cambian poquísimo desde hace sesenta años; pero, entre esas, la mitad, por lo menos, es cine de género. Ellos, que es lo que más odian, resulta que, en cuanto haya dos películas de western de John Ford y de Howard Hawks y haya un “Hundimiento de la cas Usher” o un “Nosferatu” de Lang o el primer “Doctor Mabuse”, resulta que la mitad de la lista, por lo menos, son de género.

MANOLO D. ABAD 

Primera parte de la entrevista publicada en la revista "Ruta 66", número 191, febrero de 2003.