La
muerte de Enrique Sierra el viernes 17 de febrero pasado supone la
desaparición de uno de los protagonistas principales y más talentosos de
la movida madrileña que revolucionó el rock español a principios de los
años 80. Fundador de los seminales Kaka de Luxe donde aportaba el
contrapunto musical (él era el único que dominaba su instrumento, la
guitarra, con la suficiente destreza) frente al elemento intelectual y
arty de Alaska y Fernando Márquez, Sierra era conocido a finales de los
70 como Sir Henry por su aspecto más heavy que nuevaolero. En 1979 se
embarca con los hermanos Auserón, Javier Pérez Grueso y Herminio Molero
en un nuevo proyecto: Radio Futura. Con ellos desplegará toda su
versatilidad como guitarrista, en especial en el período más crítico del
grupo, la travesía en el desierto discográfico (debido a los problemas
surgidos con su primera discográfica Hispavox) entre la edición de su
primer
álbum "Música Moderna (1980) y su segundo "La ley del desierto/La ley
del mar" (22 de febrero de 1984), en los que Radio Futura se convirtió
en una maquinaria de rock de guitarras con un directo sensacional. En
ese mismo período, el grupo asturiano Modas Clandestinas -que les había
teloneado en Avilés- se pone en las manos de Enrique Sierra para que les
produzca en los míticos estudios madrileños Doubletronics su segundo
trabajo, el maxi single "El Quitamanchas", que incluía además de la
susodicha, "KO Erótico" y "Guía del Odio". Para el grupo de Lugones, la
aventura con Sierra supondría un aprendizaje en el estudio inédito, una
experiencia insólita en tiempos de descubrimientos y hallazgos.
Disuelto Radio Futura en 1992, Sierra se une a Luis Auserón y a la
que se convertirá en su compañera Pilar Román en Klub, poco valorado en
su día, conducido por el riesgo y la ambición creativa, radicalmente
alejados del camino hacia la nada emprendido al abrazo del rock latino
de Juan Perro. Sierra se volcaría más tarde en su estudio de grabación, e
inquieto como pocos, dedicó esfuerzo e ilusión a las nuevas
tecnologías, siempre bajo el rumbo de las señas de identidad de unos
tiempos que hoy parecen no haber existido, dominados por la creatividad
desde casi el vacío, la libertad ante todas las cosas, el crecimiento
personal bajo el prisma del aprendizaje y el ansia de vivir con
intensidad. Lecciones que hoy parecen olvidadas por generaciones que
confunden a Joaquín Sabina como miembro de la Movida, cuando el de Úbeda
era precisamente uno de los adversarios (los progres) de aquellos
modernos que tan bien representó Enrique
Sierra.
MANOLO D. ABAD