Críticas Música. -
"Montaña rusa emocional"
LA DÉBIL + TACHENKO
Acapulco, Gijón.
Lunes 21 de noviembre de 2011.
El menú de lunes se servía con dos texturas bien distintas, agrios y
dulces en una combinación extraña que dejó descolocado a más de uno.
«La Débil» son carne cruda, sangrante, rock que baila en el alambre con
un inmenso precipicio de fondo. Abismo de rock destripado que extrae
infernales piezas repletas de fuerza, arrastrada con suicida mano por la
doble percusión y un bajista infatigable que en sus momentos más
inspirados alcanzan las cotas de intensidad con las que se han hecho un
nombre formaciones como «El Columpio Asesino» o «Nudozurdo». Sin
embargo, en el tramo final se perdieron en unas disquisiciones más
cercanas a una jam-session de local de ensayo que rompieron los momentos
de violencia sónica donde habían conseguido brillar. Una pena, puesto
que eso fue lo que vio la mayoría de un público que llegó con bastante
retraso, a eso de la una de la madrugada, justo en el momento más flojo y
prescindible de su show.
Los aragoneses «Tachenko» se mueven en un registro bien distinto, como dejaron claro desde la primera canción que tocaron, «Compañeros del metal», de su último larga duración, «Os reís porque sois jóvenes». Con un EP reciente («Apúntame a mí primero») donde incluyen ese himno que es «Yo no quiero sonar moderno», el cuarteto bautizado con el nombre del mítico jugador soviético de básket practica un indie-pop amable, de pretensiones irónicas, a dos guitarras pero dulzón, que acaba por empachar en la dosis de un concierto largo y bajo los efectos de claroscuros emocionales.
Los aragoneses «Tachenko» se mueven en un registro bien distinto, como dejaron claro desde la primera canción que tocaron, «Compañeros del metal», de su último larga duración, «Os reís porque sois jóvenes». Con un EP reciente («Apúntame a mí primero») donde incluyen ese himno que es «Yo no quiero sonar moderno», el cuarteto bautizado con el nombre del mítico jugador soviético de básket practica un indie-pop amable, de pretensiones irónicas, a dos guitarras pero dulzón, que acaba por empachar en la dosis de un concierto largo y bajo los efectos de claroscuros emocionales.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "La Nueva España" el miércoles 23 de noviembre de 2011. http://www.lne.es/sociedad-cultura/2011/11/23/montana-rusa-emocional/1160796.html