Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu
espejo:
cada mañana habré de
reconstruirla.
Desde que te
alejaste,
cuántos lugares se han
tornado vanos
y sin sentido,
iguales
a luces en el
día.
Tardes que fueron nicho de
tu imagen,
músicas en que siempre me
aguardabas,
palabras de aquel
tiempo,
yo tendré que quebrarlas
con mis manos.
¿En qué hondonada
esconderé mi alma
para que no vea tu
ausencia
que como un sol terrible,
sin ocaso,
brilla definitiva y
despiadada?
Tu ausencia me
rodea
como la cuerda a la
garganta,
el mar al que se
hunde.
Jorge Luis Borges