De las leyes de Murphy
No recuerdo un festival (y ya empiezan a aproximarse al centenar) sin que, en las vísperas, ocurriese algún que otro acontecimiento negativo: Amiguetes con los que ibas a compartir coche que se rajan a última hora (quién sabe si en algún momento tuvieron intención de ir), otros que habían prometido el alojamiento de un familiar que te dejan sin lugar donde dormir por lo mismo... Siempre -no me pregunten por qué- sucede algo. En estos tres años pasados desde mi último gran festival, estos hechos adquirieron la suficiente gravedad como para que tuviera que suspender mis planes, incluso con bastante anticipación. Corramos un tupido velo sobre eso.
El último de los percances me sucedió en septiembre pasado, cuando la víspera de mi partida al Festival Turborrock, con todo cerrado, las acreditaciones, compañeros de viaje que no se rajaron a última hora, un alojamiento (que resultó toda una aventura en sí mismo), mientras bajaba las escaleras de mi trabajo, me quedo prácticamente cojo con un dolor terrible en el gemelo y tobillo izquierdos. Pasé un maravilloso fin de semana postrado pensando en que mi oportunidad de ver por vez primera a grupos que me encantan como los Hoodoo Gurus (en la foto) o Redd Kross se había ido al garete.
Fue encender el televisor el domingo y, aparte de acampadas y elecciones, me topé con una nueva amenaza: otra nube tóxica emitida por un volcán islandés. Pensé en lo peor, pero hoy miércoles parece que se aclara el cielo y que podré tomar en unas horas mi avión con destino a Barcelona...
Aunque en el correo electrónico donde la organización del festival San Miguel Primavera Sound 2011 me dio mi localizador para acreditarme aseguraban que la víspera del comienzo de las actividades nos informarían de dónde y cómo conseguir nuestra (preciada) acreditación, a esta hora -9:12 a.m.- aún no hay ni rastro en mi cuenta de correo. Esperemos, quizás sea demasiado temprano.
Ayer fue uno de esos indeseables días horribles donde las conjunciones de desgracias parecían enfrentarse como unos elementos indeseados contra mi intención de acudir al festival. Como muchas proceden del trabajo que me da de comer, correremos un velo bien tupido y olvidaremos dichas dificultades. Porque al fin y al cabo, se superaron. Incluido un portátil más envenenado por los virus de lo que pensaba. Tendré que tomar prestado otro para establecer una segunda comunicación de este blog cuando lleguemos a nuestro hotel y comencemos a entrar en materia. Crucemos los dedos hasta entonces.
MANOLO D. ABAD